lunes, 23 de enero de 2012

Un asesinato más de Raúl Castro.

¿Y el Papa?... Bien, gracias.

Nuevamente el dictador Raúl Castro deja morir en las mazmorras comunistas a un joven de 31 años, después de 50 días de huelga de hambre. Wilman Villar Mendoza murió el pasado jueves 19 del corriente mes. Villar fue condenado en noviembre a 4 años de prisión, acusado de “Desacato a la autoridad” (expresarse públicamente en contra de la tiranía). Como de costumbre las autoridades le negaron asistencia médica y únicamente fue trasladado al Hospital Juan Bruno Zayas de Santiago de Cuba, cuando sólo le quedaban horas de vida, evitando así que muriera en la prisión.

La dictadura manifestó públicamente que Wilman era un preso común y que nunca estuvo en huelga de hambre. El cinismo es una de las características del asesino Raúl Castro, este tirano es el mismo que a solamente 5 días del triunfo de la revolución, el 5 de enero de 1959, en la Loma de San Juan, en Santiago de Cuba, metralleta en mano, junto a sus esbirros fusiló por lo menos a 71 exmilitares pertenecientes al ejército del dictador Batista, sin por lo menos haberle dado la oportunidad de la celebración de un juicio justo.

La Sra. Maritza Peregrino, viuda de Wilman, desmintió las declaraciones gubernamentales y manifestó: que la dictadura trataba de “manipular la información pública”. Añadió que visitó a su esposo el 29 de diciembre, única fecha que se le permitió la visita y lo encontró “deshidratado y muy flaco”.

El próximo 26 de marzo, S.S. Benedicto XVI visitará Cuba para tratar de seguir “ganando espacio” para la religión católica y de paso, aunque no sea su intención, “bendecir la tiranía”, con su presencia, ante los ojos de millones de ingenuos y morones en el mundo libre “aplaudirán a los Castro por ser tan benévolos y permitir la visita del Papa”.

En 1998, Juan Pablo II visitó Cuba y al otro día, el país padecía la misma miseria y persecución política de siempre. ¿Qué ocurrirá ahora? Lo mismo, más de lo mismo. Lo más lamentable de todo es que muchos compatriotas desesperados por lo que sufren a diario en Cuba se hacen ilusiones y a las pocas horas, como pasó en el 1998, experimentan un sentimiento de frustración que resulta horripilante. Es muy penoso que seres humanos grandiosos, inteligentes, hombres de Dios, se presten a jugar con los sentimientos de un pueblo oprimido.

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